La democracia enfrenta “desafíos continuos y alarmantes” en todo el mundo, dijo ayer el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al acoger una cumbre sobre democracia en la que generó controversia al no invitar a China y Rusia, ni a ocho países latinoamericanos.
Biden, quien asumió el cargo en enero en medio de la mayor crisis política de EEUU en décadas, dijo que las tendencias “apuntan en gran medida en la dirección equivocada” y que “más que nunca, la democracia necesita paladines”.
“Estamos en un punto de inflexión”, apuntó el gobernante demócrata. “¿Permitiremos que el retroceso de los derechos y la democracia prosiga de forma desenfrenada?”.
Para la Casa Blanca, la cumbre, que se realiza por videoconferencia debido a la pandemia de covid-19, encarna el liderazgo de EEUU en una lucha existencial entre democracias y dictaduras o autocracias.
“Países de prácticamente todas las regiones del mundo han experimentado grados de retroceso democrático”, sostuvo Uzra Zeya, subsecretaria de Estado para la Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos.
Biden es anfitrión de la cumbre en medio de profundas divergencias en el frente político interno de EEUU, con su predecesor republicano, Donald Trump, aún empeñado en negar su derrota en las elecciones de 2020.
La cita de dos días, en la que participan representantes de unos 100 gobiernos, así como ONG, empresas y organizaciones filantrópicas, se produce además tras tensiones surgidas por la lista de invitados.
China y Rusia, consideradas autocracias por Biden, quedaron deliberadamente fuera, lo que según estos países aviva una “brecha ideológica”. “Ningún país tiene derecho a juzgar el vasto y variado panorama político del mundo con un único criterio”, escribieron el embajador ruso, Anatoly Antonov, y el chino, Qin Gang.
Lo que acabó de exasperar a Pekín fue la invitación a Taiwán, a la que la China continental considera parte de su territorio.
“Un frente unificado”
Decidir cuándo otros países deberían ser excluidos de la cumbre por violaciones de los derechos humanos o fraude electoral fue igual de complicado.
Por ejemplo, fueron incluidos Pakistán y Filipinas, pero el Gobierno nacionalista de Hungría, miembro de la Unión Europea, quedó afuera. El presidente de ultraderecha de Brasil, Jair Bolsonaro, fue invitado, mientras que el presidente de Turquía, integrante de la OTAN, Recep Tayyip Erdogan, fue rechazado.
En América Latina y el Caribe, no fueron convocados los gobiernos de ocho países: Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela. Pero sí fue invitado Juan Guaidó, líder opositor venezolano al que EEUU y otros países consideran presidente interino del país caribeño en detrimento del mandatario Nicolás Maduro.
“En mi país fue vulnerada la democracia”, aseguró Guaidó en su intervención ayer, en la que propuso “construir un frente unificado, con enfoque multilateral, que haga responsables a los autoritarios por los crímenes cometidos”.
Biden pidió a los líderes mundiales que realicen compromisos concretos durante la cumbre.
Estados Unidos comenzó con una promesa de programas por valor de 424 millones de dólares para ayudar a proteger las libertades de los medios de comunicación, combatir la corrupción y apoyar elecciones libres en todo el mundo.
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